No me hagas daño,
quiero decir,
no es que intentes hacerme nada,
no soy nada para pedirlo...
Pero a veces me lo haces,
con púas finas, con tus grandes manos,
sin darte cuenta.
No me hagas daño
con esas palabras secas y cegadas,
con esos silencios
(no, no voy a decir que no dicen nada)
con esos silencios como cuerdas de guitarra,
con las miradas ultracontinentales.
Y sobre todo,
con el hecho ya tan repetido
de olvidar que soy humana,
al fin y al cabotodos creemos serlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario