12.6.11

Mirar la mano ensangrentada de la niña que escupe rabia por los nudillos,
sentir la ola de amor que nunca me llega de ti,
querer escribir tu novela para poder expresar tus ojos,
hacer mi trabajo, palabra por palabra, año tras año,
acostarme, dormir, no soñar,
olvidarme de los buenos propósitos, las buenas costumbres, la reflexión,
abusar de la medicación,
preferir amor horizontal efímero a mano sobre mano
y no sentir nada.
A eso lo llamo felicidad,
aunque sea el fin de la poesía.

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