6.5.10

Me acuerdo, te acuerdas
y sólo uno de los dos quiere olvidarlo.
Y si me tiras la flecha, la atrapo con los dientes, aunque hiera.
Yo, menos experta, ataco con lo que tengo a mano:
palabras, piedras, ironía.
Comprendo que no puedo odiarte porque no me adores,
tú no has pedido ser quien eres y mucho menos
ser quien yo te hice,
aunque es una opción como cualquier otra, incluso buena,
pero desde que soy mayor, madura, responsable
ya no hago esas cosas.
Así que sigo caminando entre el polvo y la lluvia, el barro que deja,
allá habrá un lugar, digo yo,
donde sea más fácil esto de la sorpresa y la vida brillante con mi guitarra.
Reprimo el impulso de hace años de decir "mírame, ámame, mírame"
Yo tengo mis palabras, esto que ves no fue hecho en un día,
pero, si te place, lo destruyes cuando quieras, porque puedes.
Una palabra tuya bastará,
una mirada tuya de aquí en adelante será,
y mi sonrisa de lado, medio amarga, medio triste, mitad de cuarto de alegría,
que dice que tú nunca te enterarás.
No, nada de fijar mis ojos en ti y forzar el giro de tu cuello.
Ni siquiera que caiga un saludo de los cielos.
Esperanza, calma, confianza.
O matarme a mí misma de tanto creer y creerme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario