15.5.10

Hay una Mariana que es mala, que es borde y todo eso,
que se pone temerosa e insegura, que se cree muda y que se enfada
si no le prestas atención y te concentras en hacerla sentir la única
y que, además, no piensa devolverte el favor en esta vida.
Es una Mariana que tortura y que lo sabe,
que es buena en sus labores maquiavélicas,
conoce puntos débiles y da con personas muy pacientes.
Es una Mariana que se enloquece, como las furias,
que sólo busca el mejor interés al mínimo coste,
que quiere vengarse del mundo por los malos ratos que pasa.
Es una parte que tenemos todos, no me preocupa.
Hay otra Mariana que te escucha y que te ayuda con los ojos comprensivos bien abiertos,
que daría su tiempo, su intento para que fueras sólo un poco más feliz.
Es una Mariana que quiere arroparte, que quiere cuidarte,
que borra su nombre en el tuyo, que no se importa, que es feliz dándote su felicidad.
Es una Mariana que sólo pretende regalar al mundo algo de la felicidad que ella lleva.
No me preocupa, es una parte que tenemos todos.
Pero he aquí que a veces se confunden
y suceden ambas a la vez compartiendo espacio-tiempo,
y el resultado es una Mariana que te busca y que te escucha mientras llora,
que te activaba los nervios mientras te abrazaba y te besaba,
es más, que te abrazaba y te besaba para activarte los nervios,
que, con lágrimas en los ojos, te convence
de que es feliz mientras tú lo seas, y miente,
que no necesita más atenciones, más regalos, más apoyo
porque está confundida molesta.
Que quiere asfixiarte, todo para ella, porque te quiere, porque quiere que la quieras.
Aún siendo tarde soy una Mariana tan Mariana
que ni siquiera puedo pensar en mi como otra cosa lejana a eso.

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