25.1.10

Remitente

Yo sé que no quieres escucharme. Ni leerme. Menos leerme: te cuesta, te cansa, te exige. Es lo menos fácil que te he dado. Pero al menos, quiero que leas mi poesía. Para que dejes de huir del problema. Para que dejes de huir de mí, de ti. De tus escombros. Para que veas que no dejaste todo roto: viven las palabras, y cuando las leas, (re)vivirán los recuerdos (al menos para mi). En menos intensidad que como se manifiesta en mí, sí. Lo sé. Pero leéme. Mira que, al menos, entre toda la locura, la fuerza, la pasión, nacieron palabras nuevas. No. Palabras nuevas no. Significados nuevos. Aquí están, sabiendo que es seguro que jamás me contestarás.
Un corazón abierto es más frágil, lo sé. Yo nunca pude darte todo. Sabrás que me duele leerte pero en el fondo me pone feliz que alguien te haga feliz (que haga lo que yo no pude). Duele como paso los días tratando de no hablarte, de hacerme la valiente, de sentir que era la hora de que terminara, pero no puedo; me duele. No lo sabes.
Voy a buscar mi vida. Con dolor ahora, por el amor que te tuve. Con tristeza, porque el sentimiento aún cala mis huesos. Te guardaré con mucho amor, respeto, admiración y cariño porque fuiste todo (lo eres para mi).

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