16.2.10

Quiero recordarme de ti.
Tristemente, ya he borrado tu cara
de mi cabeza,
y el signo de interrogación me pregunta
si alguna vez exististe en realidad.

Sé de ti,
por la sensación de frío que dejaste en mi mano.
De frío y de hielo.
Recuerdo cómo se siente.
Pero no recuerdo tu rostro.

He borrado todos tus mensajes,
han quedado rotos como imagenes difusas en el suelo.

Rotos, porque así te encontré:
en pedazos. En trozos.
Te he restaurado con recortes,
pero no eres tú.
Es sólo el frío en mi mano.
Las cadenas. El miedo.

Olvidé tu imagen,
quizá porque siempre cerraba los ojos,
como si no quisiera verte nunca.
Como si no quisiera haberte visto.
Como si cada poro de mi cuerpo desnudo
pudiese olvidar el roce de tus dedos.
No pudo el poro.
Ni el labio.
Ni siquiera mi ojos adictos a mirarte,
como si pudiera tu imagen quedar atrapada,
en una jaula,
en mi cabeza.

Me he olvidado de tu rostro,
que está cautivo en mis manos.
Y cuando las abro las veo menudas,
tristes, rosadas, y no te encuentro.
Ni te espero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario