21.2.10

Disociación

Qué acaso no entiendes que cada vez que intentas acercarte mi corazón llora como loco? Vete. No te acerques. Se agita mi pecho. No quiero escuchar ni leer de ti, que te siento y no quiero, que te quiero y no puedo (evitar). Ya no somos uno. Que mientras escribo me duele, que quiero sanarme y lo necesito, que cuesta, lo sé. Pero entiende que ya no puedo, que no debo. No quiero seguir así, confundida, llorona e idiota. Pero gracias, que de todo esto yo aprendo, que de todo esto yo escribo una histora, esta es MI historia, mi historia que se titula con tu nombre. Y es cierto que no quería irme (de ti y tus brazos), pero supe, y aún sé, que debía hacerlo; y que aunque duela es necesario.

He decidido perdernos por completo con nuestros berrinches, con nuestros pucheros, con nuestras actitudes inmaduras, con tus risas espontáneas, con mis jadeos en tu cuello, con mis canciones tontas, con tus sonrisas esporádicas, con mis manos expresivas, con tus conversaciones tontas, con todo lo que me construye y nos construyó en nuestro tiempo (muerto) un tiempo en el que sonreías al verme, en el que me importaba si llorabas por cualquier cosa, por cualquier estupidez; un tiempo en el que me sentía segura entre tus brazos, ahora me encuentro a mí misma, por enésima vez, escribiéndote un poema de despedida.



"Te vi y seguí caminando porque no me quedó otro remedio"

No hay comentarios:

Publicar un comentario