Oda a la música

Tibia señorita que canta,
sirena de colores y melodías,
explosión de sentimientos y carne cruda,
me animas, me matas, me callas y yo te hablo querida música,
y tú me cantas en silencio.
Lo momentos fueron imperfectos,
me llenaste de gloria y majestad,
creí sinceramente que eras todo,
¡Oh, música de llanto y de lodo!
soy el silbido del aire,
soy el vaivén de las nubes y tú hablas.
No hay lunas ni flores como tú,
eres epifanía de amores,
eres estrella en la penumbra de mi silencio,
eres la cura para la herida que me ataca.
Un tenue sonido,
cierras los ojos e imaginas
lugares de sueños rotos e irrealidad,
baños de sangre en notas vacías.

¡Oh, música de historias y caídas!
Es simple, ella baila sola,
ella no es la cenicienta tampoco la durmiente,
la música es el latido de muchos corazones,
latimos al unísono, bebemos al unísono,
somos poesía querida música,
somos juegos de infancia
de arterias prematuras,
de abismos frecuentes.