Cuando el amor está prohibido las ganas se sienten,
suben ansiosas cosquillas en la piel,
cierras los ojos, abres la mente y al final hay besos
que quedan regados en el piso, y hay otros que,
al contacto con el magnetismo de ciertas pieles,
se tatúan para siempre en el gentil acoger de un hombro,
vientre, o muslo habitable.
Yo nací con mis lunares contados.
Hoy tengo dos besos nuevos (y sé de dónde vienen)
antes besé dos lunares nuevos y no sé dónde voy.
cuando el amor está prohibido, creemos que es más el sentir... quizás hasta sintamos más... por eso nos alejamos porque no es bueno ese sentir, sabemos que es imposible, inaceptable y lejano.
ResponderEliminarte debe entretener contar tus lunares, las jirafas tienen muchos